El juez de distrito J. Paul Oetken emitió una orden de restricción temporal en un caso presentado por los empleados de VOA, sus sindicatos y Reporteros Sin Fronteras (RSF) ante un tribunal federal de Nueva York.
- Un juez estadounidense detuvo temporalmente el viernes las medidas de la administración del presidente Donald Trump para cerrar Voz de América (VOA), una emisora global financiada por el Gobierno.
- El juez de distrito J. Paul Oetken emitió una orden de restricción temporal en un caso presentado por los empleados de VOA, sus sindicatos y Reporteros Sin Fronteras (RSF) ante un tribunal federal de Nueva York.
- "Estamos muy contentos de que el juez haya accedido a congelar cualquier otra acción del gobierno para desmantelar Voz de América", dijo Clayton Weimers, director ejecutivo de RSF en Estados Unidos.
- "Instamos a la administración Trump a descongelar la financiación de VOA de inmediato y a reincorporar a sus empleados sin más demora", añadió.
- El gobierno comenzó este mes los despidos masivos en VOA y otros medios de comunicación financiados por Estados Unidos como parte de sus planes para recortar drásticamente el presupuesto y la fuerza de trabajo del gobierno federal.
- Trump ha cortado la financiación aprobada por el Congreso a la USAGM, la agencia gubernamental que supervisa VOA y otros medios financiados con fondos de Washington.
- Entre ellos, Radio Free Europe/Radio Liberty, creada por Washington durante la Guerra Fría para contrarrestar la propaganda soviética, y Radio Free Asia, que opera en China y Corea del Norte.
- Otro juez ya concedió una orden de restricción temporal contra USAGM, después de que Radio Free Europe/Radio Liberty impugnara su decisión de retener su presupuesto de 77 millones de dólares para 2025.
- Voz de América, creada durante la Segunda Guerra Mundial, transmite en 49 idiomas en todo el mundo con la misión de llegar a países sin libertad de prensa.
- Con VOA en el limbo, algunos de sus servicios han empezado a poner música por la falta de nuevos programas.
- Moscú y Pekín han acogido con satisfacción la decisión de silenciar a los medios de comunicación respaldados por Estados Unidos, considerados durante décadas pilares de la influencia del poder blando estadounidense.