A este joven, hoy de 24 años, la enfermedad lo atacó cuando tenía tres meses de nacido. Lo dejó con discapacidad física, pero no mental. Su familia nunca lo trató distinto. Rifaba, hacía palomitas y “chulitos” para comprarse sus útiles. Se mudó solo en 2018 y, gracias a su trabajo pudo costear las cinco cirugías que le han hecho. Pronto estudiará Turismo para comprarse su casa propia.
- No hay forma de explicar la cara de felicidad de Luis Gabriel Del Rosario el día que visitó la Redacción de LISTÍN DIARIO para contar su historia. Vino muy comparón, con su jean y su suéter cuello tortuga. Era algo contagioso. Él sabía que tenía información valiosa para ayudar a cualquiera a levantarse y salir tras la superación. “Si yo he echado hacia delante, imagínate…”. Deja esos puntos suspensivos de entrada porque venía lo bueno.
Al sentarse ya para sostener la conversación pautada, su sonrisa, que parece ser eterna, se vuelve más amplia y no pierde tiempo en hablar cual si se tratara de una buena noticia: "A los tres meses de nacido, me dio polio. Fui creciendo con mucha discapacidad física, pero no mental, entonces, yo mismo me decía: ‘Tengo que hacerlo bien, tengo que superarme, yo puedo hacerlo’. Y así lo he hecho, todo por mi cuenta”. Visiblemente, está orgulloso de lo logrado.
Luis Gabriel llegó hasta aquí por recomendación de don Guarionex Rosa, articulista de este medio. “Sí, él me vio y se puso en contacto conmigo porque le gustó lo que estoy haciendo en las redes sociales”. Al parecer, no sólo a este líder de opinión le llamó la atención su presencia virtual. Hace apenas un mes que abrió su cuenta de Instagram y de TikTok y ya tiene más de 30,000 y 40,000 seguidores, respectivamente.
Este joven, a quien de niño, lo ponían a realizar tareas del hogar como a sus demás hermanos, nunca ha dejado que la poliomielitis, que es una enfermedad viral que puede afectar los nervios y causar parálisis total o parcial, lo limite en su búsqueda de superación.
POR SUS PROPIOS MEDIOS
El dueño de esta historia habla de las cosas que ha hecho aun cuando no podía caminar con sus dos piernas que, hasta Leonel Matos mientras lo fotografiaba, se sorprendía al escucharlo contar sobre los esfuerzos que ha hecho para abrirse camino solo. “Mis padres siempre me han apoyado y me han tratado como a mis demás hermanos, pero yo no quería quedarme estancado en el pueblo donde nací, y decidí, desde que pude, salir de allá”. Se refiere a Peralvillo, una comunidad que pertenece a Monte Plata.
Para lograrlo, se fue donde el párroco de su pueblo. “Él me ayudó para que viniera a una pensión que tiene la iglesia aquí en la capital. Llegué con 2,000 pesos, en el año 2018. Busqué trabajo como empacador y fui juntando dinero. Yo quería estar más independiente y demostrarme a mí mismo que podía vivir solo. A los dos meses me mudé, y poco a poco iba comprando mis cositas para la casa”. Lo va contando y lo va viviendo como si fuera ahora.
Luis Gabriel en conversación con periodistas del Listín DiarioLISTÍN DIARIO
Con su equipaje, Luis Gabriel también “empacó” el amor que le tiene al trabajo. Desde pequeño, rifaba, y hacía palomitas de maíz y “chulitos” para venderlos y comprarse sus útiles y lo que sus padres no podían darle. “Por eso cuando me mudé solo, ya sabía que tenía que fajarme”. De día trabajaba en Jumbo, de tarde en Plaza Lama, y de noche estudiaba.
“Y si te cuento cómo fue que conseguí ser empacador en Plaza Lama”. Se ríe de su hazaña y continúa su relato. “Fui allá y le dije a una muchacha que necesitaba hablar con el gerente German Peralta. Ella me preguntó que si tenía cita y le dije que no. Se lo comunicaron y él fue a ver quién era. Le dije: ‘Usted no me conoce, pero yo quiero que usted me ponga a trabajar’. Me preguntó que qué sabía hacer y le dije lo que fuera. Me pusieron como empacador”. Ahí duró tres años, y hoy día, sigue agradecido de ese señor.
“CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA”
Más tarde consiguió otro empleo donde ganaría mejor. Ese nuevo trabajo le ayudó ahorrar dinero para someterse a cinco cirugías que le han permitido tener “los pies sobre la tierra”. “Yo soñaba con pisar el suelo como ustedes, pero tenía una pierna inclinda que no bajaba, pero después que me operaron, físicamente, soy otra persona y eso me hace muy feliz”. Lo cuenta con alegría, aunque es algo para que cualquiera flaquee.
“MI DISCAPACIDAD NO ME HA DAÑADO MI CAPACIDAD”
Ver a Luis Gabriel mostrar las cicatrices que, irónicamente, hoy lo hacen feliz, podría ser un trago amargo para quienes practican la empatía. Para él, no sólo son las marcas de una operación, sino el ejemplo de que querer es poder. “Mi discapacidad no me ha dañado mi capacidad”. Así dice dejando claro que todo lo que se ha propuesto en la vida lo ha conseguido.
Luis Gabriel mostrando sus cicatricesLISTÍN DIARIO
Para seguir creciendo se ha capacitado haciendo diversos cursos de Informática, de lectura… , se defiende con el inglés. “Me encanta estudiar y aprender. Estoy muy emocionado con la carrera que escogí. Pronto comenzaré a estudiar Turismo y eso me ayudará a conocer otras culturas y a aprender idiomas”. Su rostro completo se ilumina por la emoción que esto le provoca.
El hijo de Francisco y Dominga no deja que nada limite su deseo de progresar. No importa las veces que se caiga, el dueño de este relato está dispuesto a continuar su ruta hacia la superación. “Agradezco a muchas personas que, después que estoy en las redes y me han conocido, han querido ayudarme por su cuenta, porque de verdad, no me gustar dar lástima. Soy mucho más que mi discapacidad física”. Su valoración hacia lo que es y lo que puede hacer es digna de admirar.
“CON LOS PIES SOBRE LA TIERRA”
En la vida del dueño de esta historia también ha habido momentos de debilidad. En dos ocasiones lo ha perdido todo, pero se ha levantado aun, con mayor esfuerzo. “Te cuento que, cuando salí del trabajo que te dije que me pagaban bien y que me ayudó a juntar un buen dinerito, me compré un carro para ponerme hacer Uber. Yo había pagado en una escuela para aprender a conducir y saqué mi licencia”. Hasta ahí todo iba bien.
“Sucede que, no me fue bien, terminé perdiendo el carro y todo lo que tenía por las deudas. Lo que hacía como taxista no me alcanzaba para pagar la casa y el préstamo del vehículo. Tuve que mudarme porque me sacaron de donde vivía, y no podía ir para donde mi mamá porque no cabía, ella había rentado el espacio. Una vecina me ofreció ayudarme y acepté, me fui para Los Botados y me quedé un tiempo hasta comenzar de nuevo”. Lloraba todos los días por la situación y el miedo que le tenía a los insectos que había en el lugar.
Un día dijo: “No más. Volveré a progresar de nuevo. Me fui a buscar trabajo como empacador de nuevo y poco a poco logré alquilar un apartamentito en la capital y así fui saliendo de esa situación”. Las pruebas lo hacen más fuerte y afianzan su fe en Dios.
Otra experiencia dolorosa y decepcionante la vivió cuando estaba en el proceso de las cinco cirugías. “Como no tenía quién me cuidara, le di albergue a una persona que no podía pagar donde vivía, con la promesa de que me atendiera y yo lo ayudaba. Todo iba bien y nos hicimos muy amigos, pero yo, aun de licencia, cubría todo. Ya cuando entro a trabajar, hablo para que le den una oportunidad como empacador y no quiso porque tenía 32 años”. Luis Gabriel no podía creer que esa fuera una excusa.
“Como no quería trabajar, porque según él, se iba para España y no se merecía hacer ese tipo de trabajo, le pedí que se mudara. Un día me fui a trabajar y cuando volví, encontré mi casa vacía. Se llevó hasta la cama mía, todo, me lo llevó…”. A volver de nuevo a empezar. Lo hizo y hoy trabaja como empacador en el Olé. Tiene en carpeta entrar próximamente a estudiar Turismo para convertirse en profesional y lograr el sueño de tener una vivienda propia y su vehículo.
EN LAS REDES SIN DAR LÁSTIMA
Luis Gabriel, “sin dar lástima”, está tocando vidas con sus mensajes de crecimiento, de fe, de superación. Cada día tiene un motivo para gabar algo y enviar a sus seguidores exhortándoles siempre a no dejar que nada ni nadie interrumpa la búsqueda de sus metas, no importa lo pequeña o grande que sea. “Hay que recordar que Dios siempre está con nosotros y que la capacidad la tenemos que tener en nuestra mente, no importa la discapacidad que tengamos”. Que sea él quien tenga este discurso, debe decir mucho para las personas a las que la vida les ha sonreído y, aun así, se quejan.