Luego de haber perdido todo su equipo de trabajo, Asperges depende únicamente de su teléfono, pero sigue sin desanimarse, al igual que docenas de otros periodistas en Haití que están bajo ataque como nunca antes.
Jean-Jacques Asperges solía disfrutar el volver a casa tras un largo día trabajando en una estación de radio en uno de los lugares más peligrosos del mundo para los periodistas.
Tenía un techo y cuatro paredes para protegerse, pero la violencia de las pandillas obligó a él y a su familia a huir de su hogar dos veces.
Ahora, Asperges, de 58 años, su esposa y sus dos hijos se ven obligados a dormir en el suelo de un refugio improvisado, sucio y abarrotado, junto con miles de otros haitianos que también quedaron sin hogar debido a la violencia de las pandillas.